sábado, 1 de junio de 2013

La radiación en un viaje a Marte equivaldría a hacerse un TAC cada cinco días

La radiación en un viaje a Marte equivaldría a hacerse un TAC cada cinco días


30-05-2013. El Mundo.

Tras un largo viaje de 253 días en el que recorrió nada menos que 560 millones de kilómetros, el vehículo robótico 'Curiosity' aterrizó en Marte el pasado mes de agosto. Desde entonces se mueve a sus anchas por la inhóspita superficie del Planeta Rojo. Durante su travesía el 'rover' de la NASA estuvo expuesto a una intensa radiación que también tendrán que soportar los astronautas que formen parte de la primera misión tripulada a Marte, un proyecto que la agencia espacial estadounidense pretende realizar hacia el año 2030 o 2035.

Lograr proteger a los seres humanos de esta radiación es uno de los grandes retos a la hora de poder llevar a cabo esta ambiciosa misión. ¿Podría sobrevivir una persona a un viaje así? Y si lo hace, ¿qué probabilidades hay de que desarrolle un cáncer tras la misión? Para responder a esta cuestión, un estudio publicado en la revista 'Science' ha cuantificado por primera vez la dosis de radiación a la que estarían expuestos los astronautas. Y lo ha hecho con un instrumento que ha medido la radiación que soportó la nave espacial en la que viajó 'Curiosity'. En concreto utilizaron el detector RAD (Radiation Assessment Detector) del Laboratorio Científico de Marte (MSL en sus siglas en inglés), que sigue sigue realizando mediciones durante la misión de 'Curiosity'.

Según compara el investigador Cary Zeitling, autor principal del estudio, sus resultados revelan que la dosis de radiación sería equivalente a la que recibiría un astronauta si cada cinco o seis días le realizaran un TAC, es decir, una tomografia axial computerizada, en todo su cuerpo.


Dos o tres años en el espacio

"La radiación en el espacio, en términos generales, no es tan intensa como para causar de forma inmediata una enfermedad o la muerte. Si lo fuera, nadie estaría considerando misiones como ésta. De modo que sí, las personas pueden sobrevivir durante dos o tres años en el espacio, aunque existen serias dudas sobre cuál sería su estado de salud al terminar el viaje", explica a EL MUNDO Cary Zeitlin, autor principal del estudio e investigador del Instituto Southwest de Boulder, EEUU.

"La NASA establece los límites en la carrera de un astronauta basándose en un incremento de un 3% en sus probabilidades de morir debido a un cáncer", afirma Zeitlin, que explica que este aumento se suma a la probabilidad que tiene cualquier persona sana y no fumadora de padecerlo.


La dosis de radiación

Las mediciones durante el viaje revelaron una exposición a una radiación diaria equivalente a 1,8 milisieverts. Según compara la física Cristina Picón, jefa de protección radiológica del centro de L´Hospitalet de Llobregat del Instituto Catalán de Oncología (ICO), la dosis de radiación a la que se somete a un paciente al hacerle un TAC oscila entre los 4 y los 19 milisieverts, mientras que la de una placa de tórax es de 0,04 milisieverts. "Un TAC ofrece mucha más información, pero también irradia mucho más que una placa", señala.

La científica explica que, además de la radiación artificial, como la de las pruebas de diagnóstico y otras actividades realizadas por el hombre, estamos expuestos a una radiación natural, como la que proviene del Sol, la que procede de la corteza terrestre o del gas radón (que está en los materiales de construcción, cementos, etc). Se trata de elementos radiactivos que se van desintegrando y producen radiación. "Los estudios que se hacen para realizar estimaciones señalan que de media, cada ciudadano recibe una dosis de 2,4 milisieverts de radiación natural", explica Picón en conversación telefónica.

La dosis media por radiación artificial (tanto por pruebas de diagnóstico en medicina nuclear o por trabajar en entornos radiactivos) que recibe cada persona es de 0,63 milisieverts al año. Lógicamente si un paciente se hace una prueba diagnóstica de medicina nuclear, su dosis aumenta.


Un 'cocktail' de radiación

Según detalla el estudio, durante un viaje a Marte la nave está expuesta a una radiación compuesta principalmente por dos ingredientes. Los rayos cósmicos galácticos (GCR, en sus siglas en inglés) y las partículas solares energéticas (SEP).

"Las partículas solares energéticas se producen de manera esporádica, durante las erupciones y eyecciones de masa coronal. Tienen lugar preferentemente durante el máximo de actividad que sucede cada 11 años en el ciclo solar", explica a este diario Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.

Ahora estamos en un máximo solar. Aunque es posible programar el viaje de manera que coincida con un mínimo solar, "el problema es que, como muestra este estudio, la radiación solar sólo constituye un 5,4% de cantidad total recibida por 'Curiosity'. Casi el 95% procede de los rayos cósmicos, que son continuos, omnipresentes y más penetrantes".

"En la actualidad se están llevando proyectos de investigación en diversos frentes que incluyen estudios en biología, conseguir mejores sistemas de propulsión para reducir el tiempo que se pasa en el espacio, desarrollar mejores materiales que actúen como escudo portector y también entender mejor los riesgos para la salud derivados de una exposición a la radiación espacial", explica Cary Zeitlin.


Efectos de la radiación

Cristina Picón explica que la radiación tiene dos efectos para las personas. Por un lado, un efecto agudo. "Al exponerte a una cierta dosis tienes una reacción, que puede ir desde el enrojecimiento de la piel a heridas o a una catarata en el ojo. Si la dosis es muy alta puede causar la muerte", señala. Por otro lado tiene también un efecto probabilístico: "Las mutaciones de las células se producen de forma aleatoria, probabilística. Y la radiación hace que aumente la posibilidad de sufrir un cáncer. Pero no hay una dosis que sea el umbral. Por eso es tan difícil poner límites", añade.

"Los estudios sostienen que por debajo de los 100 milisieverts no hay un aumento significativo de las probabilidades de sufrir un cáncer que todo el mundo tiene debido a distintos factores, como la genética", añade. La científica destaca que todavía se sabe poco sobre este campo, así que"las legislaciones son muy prudentes y conservadores porque intentan proteger a la población. Casi todo lo que sabemos sobre los efectos de la radiación es por Hiroshima", afirma.


Para Rafael Bachiller, este estudio sobre la radiación espacial pone de manifiesto que "es imprescindible seguir investigando en nuevas técnicas de apantallamiento y en sistemas de propulsión más potentes que permitan acortar la duración del viaje".

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