El Clínic abandona el proyecto de una fundación regida por sus médicos
- El Parlament insta a crear un consorcio Generalitat-Universitat.
- La opción defendida por la cúpula médica es una gestión privada: la elegida, de gestión pública.
02-10-2013. La Vanguardia.
La sombra de la privatización, el miedo a que alguna decisión pueda ser interpretada como tal, planea sobre la última resolución del Parlament instando al Govern a que defina el hospital Clínic como “un ente público de la Generalitat de Catalunya y la Universitat de Barcelona”. Adiós al proyecto de fundación gestora llevada por los propios médicos, separada de la fundación patrimonial que dejaría en manos de la Generalitat y de la Universitat de Barcelona el edificio, los terrenos “y las deudas”, en palabras de Josep Vendrell, de Iniciativa (ICV), uno de los parlamentarios que secundaron la resolución, aprobada además por CiU, ERC y PSC.
El Clínic llevaba años madurando su salto a la primera división mundial. Los líderes del proyecto eran algunos de los médicos más señalados del centro del Eixample Esquerra y su director general, Josep Maria Piqué. Creían que si el hospital y la excelencia que se había ido desarrollando en los últimos años se colocaban en un formato ágil empresarialmente, podrían dar ese paso y crear alianzas con organismos internacionales que podrían ser muy beneficiosas en cuanto a innovación y desarrollo médico, así como económicamente. Para ello tenían que convencer sobre todo a los profesionales, médicos y también enfermería, de que podían ser socios de la fundación. Poner dinero. Ese ha sido un obstáculo importante. El otro, según opinan personas que participaron en el proyecto, el que no había manera de convencer a los casi 5.000 empleados y a algunas fuerzas políticas de que esa operación no era una privatización.
El desarrollo jurídico parecía tener el beneplácito del gobierno de CiU. Menos del socio ERC. Debía aprobarse en la ley de acompañamiento a los presupuestos. Pero no hubo presupuestos este año. Y ahora que ya asomaban los del año que viene, las partes implicadas tenían que trabajar en esa definición. Pero durante el verano desde la Generalitat se empezó a hablar de una modalidad menos rupturista: el clásico consorcio entre diferentes administraciones públicas, donde está claro que manda la Generalitat y que cada euro será sometido a la estricta vigilancia administrativa. Y sin sombra de sospecha sobre una privatización.
La única concesión al modelo de fundación que defendían los grandes nombres del hospital es que la resolución parlamentaria indica que el ente público que se ha de definir debe garantizar “la presencia del conocimiento clínico –los profesionales– en los órganos de gobierno y dirección del hospital”. Lo que ya viene ocurriendo desde hace mucho en el Clínic. “Quizá esa sea una vía para conseguir más adelante los objetivos que nos propusimos”, dice uno de los implicados en el proyecto abortado.
En la plantilla se respira cierto alivio. Están preocupados y enfadados con que les vayan a recortar media paga de Navidad a pesar de haberse recortado en los dos últimos años, de haber cumplido presupuestos, de haber sido “ejemplares”. Las medidas adoptadas en septiembre para aplicar un recorte de casi el 6% de su presupuesto por mandato de Salut suponen además el cierre de un 9% de camas, parte de la actividad quirúrgica, la movilización de los equipos de enfermería de esas salas y, lo más polémico, la derivación al hospital del Sagrat Cor, gestionado por la empresa privada IDC Salud (antiguo Capio), de las fracturas de fémur de los ancianos. Esa derivación incluye un acuerdo para que los mismos traumatólogos del Clínic hagan esas operaciones en Sagrat Cor, a lo que el comité de empresa se niega, aunque desde el Servei Català de la Salut se insista en que esas alianzas no son una privatización.
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