domingo, 23 de agosto de 2015

Psicoanálisis por un tubo

Psicoanálisis por un tubo
  • Justo cuando la jerga freudiana complejos de Edipo y de castración, envidia del pene... empezaba a sonar antigua, la resonancia magnética 'reivindica'a Sigmund Freud y puede asignarle el lugar que él buscaba entre los científicos. Pero hay más. La tecnología que sostiene la neurociencia no solo sirve para sustituir al diván: tiene también insospechadas aplicaciones, desde el tratamiento del autismo o el control de las adicciones a dictar pautas de consumo. Se lo contamos.


23-08-2015. Finanzas.

Si el doctor Sigmund Freud levantara la cabeza...puede que siguiese tomando notas (aunque es probable que le tentase la grabadora), pero tendría que renunciar al diván.

El cómodo diván donde se tumbaban sus pacientes sería sustituido por una camilla hospitalaria; una camilla que habría que introducir en un tubo de resonancia magnética. Un escáner recogería imágenes de sus cerebros mientras hablan de su infancia. Cuando rememorasen los pasajes más dolorosos, se iluminarían las regiones del cerebro que están asociadas a los traumas. Se pintarían de colores las porciones del cerebro donde anidan la vergüenza o la frustración; las neuronas que chisporrotean en un ataque de ira, las sinapsis que atizan el impulso sexual o la melancolía...

El diagnóstico sería tan fácil como identificar el cachito de cerebro coloreado. Y para poder comprobar los progresos de los pacientes a medida que fuera avanzando la terapia, solo habría que observar cuando revivieran el recuerdo traumático si las conexiones neuronales habituales vuelven a emitir relámpagos o permanecen apagadas, señal de que la tormenta ya pasó.

Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva ciencia: el neuropsicoanálisis, esto es, la terapia que perfiló Freud hace unos 120 años pero asistida con herramientas tecnológicas, sobre todo la imagen por resonancia magnética funcional (IRMf). Así lo afirma la estadounidense Casey Schwartz, autora de In the Mind Fields: Exploring the New Science of Neuropsychoanalysis [En los campos de la mente: explorando la nueva ciencia del neuropsicoanálisis], que publica Pantheon Books el 25 de agosto. Y es algo que está sucediendo precisamente cuando el psicoanálisis corría el riesgo de quedar arrinconado por los avances científicos. La tesis de Schwartz, con un máster en Neurociencia por el University College de Londres, es que el formato del psicoanálisis lo condenaba a la extinción porque viene a ser una autoexploración guiada por el terapeuta de las intimidades del paciente mediante conversaciones que se producen a lo largo de muchos meses e incluso años. Y vaya, no tenemos todo el tiempo del mundo. ¿Y qué compañía de seguros va a pagar una tratamiento que tiende a eternizarse? Sí, la gente sigue angustiándose. Pero prefiere terapias rápidas y expeditivas. Pastillas. Nunca se consumieron tantos antidepresivos... Y el psicoanálisis puede ser controvertido, pero al menos va al meollo de la cuestión, a la fuente de nuestras miserias. No busca atajos. Y por eso merece salvarse.


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