26-11-2014.
El País.
El mayor mapa mundial de la supervivencia frente al cáncer vuelve a mostrar que el código postal es más importante que el código genético en la salud pública. El trabajo, elaborado por 500 investigadores con datos de 25 millones de pacientes en 67 países, demuestra que el cáncer es mucho más letal en unas regiones que en otras. Por ejemplo, la supervivencia a los cinco años frente al cáncer más común en niños, la leucemia linfoblástica aguda, alcanza el 90% en Canadá, Austria, Bélgica, Alemania y Noruega, frente a países como Jordania, Túnez, Indonesia y Mongolia, en los que oscila entre el 16% y el 50%.
El estudio, denominado Concord 2, afirma que la mayor parte de las diferencias observadas “es probablemente atribuible a la desigualdad en el acceso a los servicios de diagnóstico y tratamiento óptimos”. Los autores recuerdan que la presencia de aceleradores lineales —las máquinas utilizadas para producir rayos X capaces de destruir las células cancerosas de un paciente— varía enormemente por países. En Europa, habitualmente hay como poco una máquina por cada 500.000 habitantes. En India, una para entre 2 y 5 millones de personas. En países como Kenia y Tanzania, apenas hay un aparato para más de 5 millones habitantes. Y en más de 30 países de África y Asia no hay ninguno.
El programa Concord es una colaboración científica internacional que intenta influir con datos en las políticas nacionales de control del cáncer. Su primera evaluación, publicada en 2008, contó con cifras de cuatro tipos de cáncer en 31 países y destapó grandes diferencias en la supervivencia entre los blancos y los negros de EE UU. Este segundo trabajo, publicado hoy en la revista médica The Lancet, dispone de cifras de 10 tipos de cáncer en países en los que viven dos terceras partes de la población mundial.
El estudio recoge datos del periodo 1995-2009. En ese lapso, la supervivencia a los cinco años tras el diagnóstico de un cáncer de pulmón mejoró en países como Israel (pasando de un 17% a un 24%) y Japón (de un 23% a un 30%), pero sigue siendo “muy mediocre” en algunas partes de Europa, como Reino Unido, donde solo llega al 10%. En España roza el 13%.
El análisis constata que, entre los 10 tipos de cáncer estudiados, los de hígado y pulmón son los de peor pronóstico, con una supervivencia a los cinco años menor del 20% en la mayor parte de los países, tanto ricos como pobres. En Gambia, la supervivencia al cáncer de hígado solo llega al 5%. En cuanto al cáncer de estómago, la supervivencia es mayor en el sur y el este de Asia, llegando al 54% en Japón y al 58% en Corea del Sur. En España es del 27%. Estos datos sugieren que hay “importantes lecciones que se pueden aprender de estos países”, como el énfasis en el diagnóstico temprano, según un comunicado de la revista The Lancet.
"Nuestros hallazgos muestran que, en algunos países, el cáncer es mucho más letal que en otros. En el siglo XXI no debería existir un abismo tan dramático en la supervivencia”, sentencia la epidemióloga italiana Claudia Allemani, profesora de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y autora principal del trabajo.
“Estos estudios de evaluación son fundamentales, porque reflejan en buena medida el funcionamiento del sistema sanitario”, opina Miquel Porta, catedrático de Salud Pública en el Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar, en Barcelona. Que el cáncer sea o no una sentencia de muerte depende de la detección y el tratamiento tempranos.
“Si no funciona bien la atención primaria y la coordinación entre ésta y los hospitales, el diagnóstico y el inicio del tratamiento se retrasan de forma inaceptable. En España y otros países occidentales estos retrasos siguen siendo inaceptablemente largos. Esto es mucho más importante que aplicar tratamientos carísimos, que a menudo apenas prolongan la vida de los pacientes”, afirma el epidemiólogo.
Porta, que no ha participado en el Concord 2, recuerda que el registro de tumores de su hospital es uno de los más completos de España. En uno de sus estudios, con 2.000 mujeres con cáncer de mama, mostró que estos tumores “se diagnostican en estadios mucho más precoces que hace 20 años y que la supervivencia ha mejorado de forma espectacular”. La supervivencia a los cinco años aumentó del 73% en el periodo 1992-1995 al 86% en 2001-2005. “En España, estas conquistas sanitarias se están echando a perder por las políticas ultraliberales de CiU, PP y compañía: vemos cómo los retrasos vuelven a aumentar, por ejemplo los tiempos entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento”, cree Porta, expresidente de la Federación Europea de Epidemiología.
Los datos del Concord 2 no sostienen su tesis, ya que solo llegan a 2009, antes de que empezaran los recortes en la sanidad pública. “Todavía no hay datos de que las cosas vayan a peor en España, aunque detectamos un retraso en el acceso a pruebas diagnósticas”, opina por su parte Josep María Borràs, coordinador del grupo de epidemiología de la Red Temática de Investigación Cooperativa en Cáncer. Con los datos de 2009, “España está por encima de la media europea, aunque con margen de mejora respecto a otros países”, explica Borràs.
Este epidemiólogo resalta las diferencias entre países ricos y pobres y aplaude “el buen trabajo que están haciendo algunos países en América Latina con los recursos disponibles”. El nuevo análisis muestra que la supervivencia frente a los cánceres de mama y colorrectal ha mejorado en todos los países desarrollados y también en Sudamérica, sobre todo en Brasil, Colombia y Ecuador. En este último país, el 68% de los pacientes de cáncer de colon siguen vivos cinco años después del diagnóstico, frente al 59% en España, según los datos del estudio.
En cuanto al cáncer de mama, Brasil llega a cotas de supervivencia del 87%; EE UU, de casi el 89%; España, del 84%; y Mongolia, el peor en esta clasificación, de tan solo el 56%.
El Concord 2 deja clara la importancia de las políticas sanitarias. En Lituania, la supervivencia al cáncer de próstata pasó del 52% en 1995 al 92% en 2009, gracias al mejor acceso a la sanidad y a la implantación en el año 2000 de pruebas de diagnóstico precoz de este tumor.
Los autores principales del estudio, entre los que se encuentra el epidemiólogo español Rafael Marcos Gragera, de la Universidad de Girona, concluyen haciendo un llamamiento a la Organización Mundial de la Salud y a Naciones Unidas para que reduzcan “las crecientes dificultades legales y de procedimiento” para acceder a los datos de los registros de pacientes de cáncer. Por ejemplo, recuerdan, las nuevas leyes de protección de datos que prepara la UE “convertirían en ilegales o imposibles los registros de cáncer y la mayor parte de la investigación en el campo de la salud pública en 28 países europeos”.